Diferencia entre revisiones de «Así vivimos»

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La mayor parte del relato se ocupa en describir objetos sucedáneos de otros. Por ejemplo, un diálogo muy interesante en el que se ofrece una taza de té, pero enseguida se clara que no esté, sino unas hierbas que saben lo mismo. Alguien pide café, pero la anfitriona ofrece una malta en su lugar, que es una bebida de cebada que se utiliza como sustituto del café. El azúcar que se pueden servir no es azúcar, sino sacarina. La leche tampoco es leche, sino leche de castañas, la mantequilla ni siquiera es margarina, es médula de coco. Las pastas están hechas con harina de garbanzo y la mermelada no es resina clarificada con resina de ciruela. Durante todo el relato asistimos a muchos elementos comunes que han sido sustituidos por otros de menor calidad que intentan dar el pego. La primera justificación es que, después de la guerra civil, todo es una "mentira".
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Nuestro protagonista, algo más apasionado que el resto, decide quedar con la señora de Talicual, que se llama en realidad Adelaida, aunque le gusta que la conozcan por Fufa, para seducirla. Ella prefiere llamarlo "flirt", que es el sucedáneo del coqueteo normal: sin pasión, sin amor, sin nada. Nuestro protagonista intenta brindarle un discurso sobre cómo el espíritu fáustico de los hombres anhela hallar una piedra filosofal para todos los elementos, pero no es más que una excusa para bajar la calidad de los productos y consumir cosas hechas con una única materia prima: el salmón que se come en el restaurante de Rog, alega, está hecho del mismo plástico que una caja de teléfono.
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La rubia oxigenada dice, entonces, que al menos los sucedáneos hacen apreciar como tesoros los elementos reales, a lo que el protagonista responde con una invitación para que Fufa pruebe la auténtica comida. La chica accede, pero enseguida se muere del asco: esto no es más que un sentimiento oculto de idealismo, pues al no conocer la verdad, Fufa puede permitirse adornarla con todas las perfecciones creadas por el fantaseo. Una vez prueba la comida real, la frustración es inevitable. El protagonista también cae en el desengaño.
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Última revisión de 09:09 27 abr 2017

Así vivimos es un relato del autor español Tomás Borrás publicado en 1951.

Resumen

Este es un curioso relato de la posguerra en el que se ironiza sobre los sucedáneos y sustitutivos. Parece una sátira exagerada, pero a veces está mezclada con elementos reales que el lector actual puede percibir y acaba cobrando un tinte terrorífico sin llegar a ser un cuento de terror.

Personajes

El narrador: Es un hombre crítico. Nos cuenta la historia a la que añade opiniones y observaciones personales, posiblemente lo único auténtico.

El amigo del narrador y su esposa: En realidad, no es un amigo, sino un conocido, pero el narrador se encuentra en una situación en la que debe recurrir a este personaje para encontrar un alojamiento.

La señorita de Talicual: Es una morena teñida de rubio.

Señora viuda de Pimpón: Llamativa y recargada de joyas, encantada con el estilo de vida que se lleva ahora con todos los productos sucedáneos.

Señor Sensato: un pelirrojo de Ciudad Real que fuerza las consonantes para parecer extranjero.

Resumen extenso

La mayor parte del relato se ocupa en describir objetos sucedáneos de otros. Por ejemplo, un diálogo muy interesante en el que se ofrece una taza de té, pero enseguida se clara que no esté, sino unas hierbas que saben lo mismo. Alguien pide café, pero la anfitriona ofrece una malta en su lugar, que es una bebida de cebada que se utiliza como sustituto del café. El azúcar que se pueden servir no es azúcar, sino sacarina. La leche tampoco es leche, sino leche de castañas, la mantequilla ni siquiera es margarina, es médula de coco. Las pastas están hechas con harina de garbanzo y la mermelada no es resina clarificada con resina de ciruela. Durante todo el relato asistimos a muchos elementos comunes que han sido sustituidos por otros de menor calidad que intentan dar el pego. La primera justificación es que, después de la guerra civil, todo es una "mentira".

Nuestro protagonista, algo más apasionado que el resto, decide quedar con la señora de Talicual, que se llama en realidad Adelaida, aunque le gusta que la conozcan por Fufa, para seducirla. Ella prefiere llamarlo "flirt", que es el sucedáneo del coqueteo normal: sin pasión, sin amor, sin nada. Nuestro protagonista intenta brindarle un discurso sobre cómo el espíritu fáustico de los hombres anhela hallar una piedra filosofal para todos los elementos, pero no es más que una excusa para bajar la calidad de los productos y consumir cosas hechas con una única materia prima: el salmón que se come en el restaurante de Rog, alega, está hecho del mismo plástico que una caja de teléfono.

La rubia oxigenada dice, entonces, que al menos los sucedáneos hacen apreciar como tesoros los elementos reales, a lo que el protagonista responde con una invitación para que Fufa pruebe la auténtica comida. La chica accede, pero enseguida se muere del asco: esto no es más que un sentimiento oculto de idealismo, pues al no conocer la verdad, Fufa puede permitirse adornarla con todas las perfecciones creadas por el fantaseo. Una vez prueba la comida real, la frustración es inevitable. El protagonista también cae en el desengaño.