Diferencia entre revisiones de «Marcelo Brito»
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+ | Al poco tiempo nace el primer hijo de la pareja: un niño robusto y sano al que llaman Marcelo, como el padre. La familia no puede estar más contenta. Ambos tienen trabajo, así que no van apurados de dinero y por las tardes pueden salir a pasear. Una de sus actividades favoritas es hacer un picnic cerca del río mientras cantan fados con la guitarra o juegan a la brisca. Marcelo hijo va creciendo y se convierte en un muchachito vivaz al que le gusta jugar. | ||
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+ | Sin embargo, un día la desgracia vuelve a la vida de la pareja. El niño tropieza, se cae, se marea o lo que sea: el caso es que acaba ahogándose en el río y solo encuentran su cuerpo porque ha ido a parar a las rejas de un molino, junto a una gallina que se estaba descomponiendo. | ||
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Última revisión de 11:36 7 feb 2015
Marcelo Brito es un relato de Camilo José Cela publicado en 1941.
Resumen
Marcelo Brito es un mulato portugués al que se le acusa de un crimen. Cuando rehace su vida, el fatalismo vuelve a cernirse con él. El tremendismo celiano se ve muy bien ejemplificado en este cuento.
Personajes
Marcelo Brito: Protagonista del relato. Es un mulato portugués que se presenta como una bestia enternecida. Acaba en la cárcel porque se le acusa de matar a su mujer a hachazos. Su paciencia se la lleva una réplica de la Santa María dentro de una botellita de cristal. Se casa por segunda vez por temor a la soledad.
Doña Justina: Suegra de Marcelo. Es una mujer extremadamente perversa.
Marta: La primera mujer de Marcelo. Era muy joven cuando murió, tenía 23 años. Su muerte fue un acontecimiento trágico porque fue con un hacha.
Dolores: La segunda mujer de Marcelo. Es viuda, como él, y la desgracia ya se ha cernido sobre ella varias veces, pues su único hijo murió con cuatro años atropellado por un tren.
Marcelo: Es el hijo de Marcelo, que recibe su mismo nombre, y Dolores. Un niño simpático y juguetón.
Resumen más extenso
En el pueblo no se habla de otra cosa: Marcelo Brito, el mulato portugués que trabajaba de soplador de vidrio, acaba de salir del presidio. Fue acusado de matar a su mujer Marta, una joven de 23 años, a hachazos. Mientras estuvo en la cárcel, se enfocó en meter toda su rabia e impotencia dentro de una botella en forma de réplica de la carabela Santa María, con sus jarcias, obenques y foques. Aunque Marcelo se derrumbaba a veces en la cárcel, esto se debía no a su sentimiento de culpabilidad, sino a la añoranza de no tener a Marta con él.
Doña Justina, la suegra de Marcelo, confiesa en el último momento que fue ella la que asesinó a su hija, aunque no indica ningún motivo en concreto. Gracias a la nota exculpatoria, Marcelo sale de prisión e intenta rehacer su vida. Empujado por la soledad, empieza a salir con otra chica del pueblo, una tal Dolores, que también es viuda y ha experimentado el dolor de perder a un niño (pues su único hijo fue arrollado por un tren que no avisó de su paso). Marcelo, antes de casarse con Dolores, se asegura de que su suegra sea pacífica y no le dé ningún disgusto como el de Doña Justina. Al darle el visto bueno, contrae matrimonio con Dolores.
Al poco tiempo nace el primer hijo de la pareja: un niño robusto y sano al que llaman Marcelo, como el padre. La familia no puede estar más contenta. Ambos tienen trabajo, así que no van apurados de dinero y por las tardes pueden salir a pasear. Una de sus actividades favoritas es hacer un picnic cerca del río mientras cantan fados con la guitarra o juegan a la brisca. Marcelo hijo va creciendo y se convierte en un muchachito vivaz al que le gusta jugar.
Sin embargo, un día la desgracia vuelve a la vida de la pareja. El niño tropieza, se cae, se marea o lo que sea: el caso es que acaba ahogándose en el río y solo encuentran su cuerpo porque ha ido a parar a las rejas de un molino, junto a una gallina que se estaba descomponiendo.